El corredor natural que forma el cauce del río Vinalopó ha sido utilizado desde la Prehistoria como una vía de comunicación inmejorable para acceder al interior de la península desde la costa levantina. Y el lugar donde ahora nos encontramos, el territorio inmediato a la confluencia con su principal afluente, el Tarafa, fue un lugar privilegiado dentro de esa ruta por su ubicación estratégica y la existencia de abundante agua dulce y tierra fértil.
Por ello no extraña la pronta ocupación por el ser humano de los terrenos inmediatos al cauce de ambos ríos. El hallazgo de diferentes útiles de sílex en las terrazas y colinas situadas junto al Vinalopó entre la carretera de Alicante y la sierra del Tabayá indican que ya en el Paleolítico Medio, hace entre 50.000 y 35.000 años. el hombre de Neandertal cazaba y pescaba en este mismo sitio.
Existen numerosos e importantes yacimientos arqueológicos en esta zona. desde el poblado del Tabayá, de la Edad del Bronce (entre 2.500 y 800 años antes de Cristo). pasando por los asentamientos íberos y romanos de los Altos de Jaime y Quincoces, hasta llegar a la necrópolis tardorromana de mediados del siglo VI junto al castillo.
El Castillo del Río es el yacimiento arqueológico más conocido de este lugar. Se trata de un poblado fortificado islámico de cronología almohade que aprovecha para su ubicación una colina amesetada junto a un meandro del Vinalopó. El sistema defensivo del asentamiento se
compone de 12 torres con estructura de tapial y mampostería unidas por una muralla del mismo material: debió construirse a mediados del siglo XII y fue abandonado en la segunda mitad del XIII, tras la conquista cristiana.
No menos interesantes resultan ser los molinos harineros existentes junto al castillo. El Molino de Martínez (conocido en el siglo XIX como Molino de Zamarra) y el Molino de la Rata, ambos sobre el margen izquierdo del río, utilizaban el agua represada como fuerza motriz para sus muelas. Al igual que la mayor parte de los molinos del término de Aspe, fueron construidos a partir del segundo cuarto del siglo XIX aprovechando la abolición del régimen señorial que hasta entonces monopolizaba el ejercicio de esta actividad.
Un caso diferente es el del Molino del Río, conocido en su última etapa como Molino del Coquero. Fue construido en el siglo XIV por el consistorio ilicitano. al que perteneció hasta su venta a principios del siglo XVIII al marqués de Elche. Constaba de un solo cubo de 6 metros de profundidad con dos piedras de moler pero en 1829 fue sometido a una profunda reforma que le añadió un segundo cubo y una tercera piedra. Era el mayor y más rentable de todos los molinos del Medio Vinalopó. Disponía de 80 pesebres. horno con almacén. casa del molinero y despensa. Su arriendo proporcionaba en ese año 17.000 reales de renta anual.
El agua llegaba hasta este molino a través del Cequión, canal de derivación de aguas que partía de la rafa construida al efecto a los pies del castillo. Aunque oculto por el carrizo. todavía se mantiene en pie este importante azud de origen medieval de 57 metros de longitud. 2 de anchura en su coronación y casi 5 de altura.
Los remansos del río y las charcas formadas por las rafas de los molinos fueron aprovechados por los habitantes de Aspe hasta finales de los años 60 del siglo XX como zonas de baño y pesca Familias enteras y grupos de amigos acudían a este lugar a divertirse durante los días festivos de la temporada estival.
Autor del texto: Felipe Mejías López